INFLUENCIA DE LOS PIONEROS INDUSTRIALES Y DE LOS EMPRESARIOS
El siglo XIX fue testigo de un monumental desfile de innovaciones y cam6ios en el escenario empresarial. El mundo estaba cambiando, y las empresas también. Las condiciones para que surgiera la teoría administrativa estaban consolidándose paulatinamente.
En los Estados Unidos, entre 1820 y 1830, las obras realizadas en el canal de Erie dieron lugar a grandes construcciones y a los negocios del transporte. Después de estas obras, la iniciativa empresarial de mayor envergadura fueron los ferrocarriles. Las vías férreas norteamericanas fueron fruto de la iniciativa privada en su mayor parte, constituyeron un poderoso núcleo de inversiones, a la vez que dieron origen a toda una clase de inversionistas. A partir del ferrocarril, las inversiones y los seguros se tornaron populares. Además, el ferrocarril permitió la colonización del territorio y provocó el fenómeno de la urbanización rápida, el cual creó nuevas necesidades de vivienda, alimentación, vestido, luz y calefacción, traduciéndose en un crecimiento acelerado de las empresas enfocadas hacia la producción de bienes de consumo directo.
Antes de 1850, pocas empresas europeas o norteamericanas habían establecido una estructura administrativa bien definida. Pocas eran las empresas que necesitaban los servicios de un administrador - o de algo parecido - de tiempo completo, pues las empresas industriales eran muy pequeñas. Por lo general, eran negocios familiares en los que dos o tres parientes manejaban las actividades principales. Las empresas de la época (las agropecuarias, las mineras, las industrias textiles, los ferrocarriles, las constructoras, la de obtención y comercio de pieles, los nacientes bancos), formaban todos parte de un contexto demasiado rural, que no conocía la administración de empresas. El presidente era el tesorero, el comprador o el vendedor y atendía a los agentes comerciales, quienes se convertían en socios si el negocio crecía, hecho éste que permitía integrar producción y distribución. Después de 1850, los grandes consorcios ferroviarios estaban prácticamente consolidados y se extendían por todo el mercado norteamericano, desde el Este urbano hasta el Oeste agrícola. El desarrollo ferroviario y la actividad de la construcción crearon el mercado del hierro y del acero.
En 1871, Inglaterra era la mayor potencia económica mundial. En 1865, John D. Rockefeller (1839-1937) funda la Standard Oil. En 1890, Carnegie inicia el monopolio del acero y sobrepasa con rapidez la producción de Inglaterra; Swift y Armour establecen el monopolio de las conservas, Guggenheim conforma el del cobre y Mello el del aluminio.
No obstante la gran dispersión geográfica, se inició la integración vertical en las empresas. Los creadores de imperios (empire builders) compraron e integraron rápidamente gran número de empresas competidoras, proveedoras o distribuidoras, para defender sus intereses. Junto con las empresas y las instalaciones llegaron también los antiguos dueños con sus empleados. Surgieron los primeros imperios industriales, verdaderos conglomerados de empresas que se volvieron demasiado grandes para ser dirigidos por los pequeños núcleos familiares. Después aparecen los gerentes profesionales, los primeros organizadores que se preocupaban más por la fábrica que por las ventas o las compras. Las empresas compraban materias primas y vendían sus productos a través de agentes comerciales, mayoristas o intermedia- rios. Hasta esa época, los empresarios encontraban que era mejor ampliar sus instalaciones que organizar una red de distribución y ventas.
En la década de 1880, la Westinghouse y la General Electxic, que dominaban el ramo de bienes durables y técnicamente complejos, crearon organizaciones de ventas con vendedores altamente entrenados y originaron lo que hoy se denomina “marketing”. Ambas implantaron la organización de tipo funcional, que más tarde sería adoptada por la mayor parte de las empresas norteamericanas. Ésta constaba de:
l. un departamento encargado de administrar la producción de pequeñas fábricas aisladas;
2. un departamento de ventas para administrar un sistema nacional de oficinas de distrito, con vendedores;
3. un departamento técnico de ingeniería, responsable del desempeño y desarrollo de los productos;
Después de 1889, el capital de la Westinghouse Electric y de la General Electric sobrepasaba los US$40 millones en cada una de esas empresas.
Movidas por el afán de dominar nuevos mercados, las empresas acumulaban más personal e instalaciones de las que necesitaban. Los costos de las diversas unidades debían reducirse mediante la creación de una estructura funcional capaz de coordinar la fabricación, la ingeniería, las ventas y las finanzas, con el fin de reducir los riesgos de fluctuación del mercado. Las utilidades dependerían de la organización y racionalización de esa estructura funcional.
Entre 1880 y 1890, las industrias pasaron a controlar las materias primas a través de sus departamentos de compras, adquirieron empresas proveedoras y controlaron la distribución, para vender sus productos directamente al minorista o al consumidor final. Se buscaba mayor eficiencia en la producción, las compras, la distribución y las ventas. El empleo de métodos para reducir costos disminuyó, el margen de ganancias bajó, el mercado se fue saturando y las empresas empezaron a buscar nuevos mercados, diversificando los productos. La antigua estructura funcional comenzó a quedar obsoleta y surge entonces la empresa integrada y multidepartamental.
La empresa integrada verticalmente se formó mediante combinaciones. Una gran cantidad de pequeños productores de determinado bien se agrupaba en una combinación horizontal (federación), bajo el control de una casa matriz. Estas combinaciones raramente se fragmentaban, pues las alianzas se transformaban en una compacta organización con oficinas centrales, lo cual permitía establecer la economía de escala por medio de procesos estandarizados, la concentración de la producción en pocas fábricas localizadas en sitios adecuados y una mayor inversión en investigación y desarrollo del producto. Esta situación dio como resultado que la pequeña oficina se transformara en la oficina central y empezara a decidir qué actividades deberían desarrollar las fábricas o las filiales de ventas y compras. Estas unidades dejaron de ser dirigidas por los antiguos dueños o las familias asociadas y empezaron a ser administradas por gerentes asalariados. Así lo hicieron las grandes corporaciones norteamericanas como la Standar Oil y la American Bell Telephone.
La etapa siguiente fue controlar el mercado de distribución, eliminando los intermediarios para vender más barato al consumidor final y dejar de depender de los mayoristas o los agentes que también vendían productos de la competencia y estaban más interesados en la comisión, que en aumentar el volumen de ventas.
Entre 1890 y 1900 tuvo lugar una serie de fusiones de empresas cuyo fin era la utilización racional de las fábricas y la reducción de precios. La más famosa de esas funciones originó la U. S. Steel Corporation, negocio que costó varios miles de millones de dólares.
Uno de los empresarios de la época, Gustavus Swift, pionero de la industria frigorífica, desarrolló una estrategia que consistía en:
1. consolidar la fabricación;
2. lograr una distribución propia;
3. conseguir el control de la materia prima.
Hacia 1895, con el crecimiento de la integración vertical, la industria frigorífica que volvió un oligopolio. Los departamentos funcionales centrales controlaban las diversas unidades de campo y los Big Five cubrían la casi totalidad del mercado, por medio de las filiales, de un sistema de transporte con vagones frigoríficos, de la oficina central y de departamentos funcionales.
Todos los pioneros de la industria manufacturera - como Andrew Preston de la United Fruit, James Duke de la American Tobacco, William Clark de la Singer, McCormick de las máquinas agrícolas - siguieron los mismos pasos que Swift con la sistematización de sus imperios industriales.
Los grandes capitanes de industrias - como John D. Rockefeller, Gustavus Swift, James Duke, Westinghouse, Daimler y Benz, Henry Ford y muchos otros - no tenían cómo sistematizar con eficiencia sus vastos negocios, pues eran empresarios, no organizadores. La organización era tarea tanto o más difícil que la creación de esas empresas. La impresionante magnitud de los recursos que lograron reunir, complicaba la situación. El final del siglo pasado reveló el crecimiento de los grandes imperios corporativos y la expansión de la industria. La preocupación reinante se dirigió hacia los riesgos que significaban el elevado crecimiento sin tener una organización adecuada.
Entre 1900 y 1911, varias de las grandes corporaciones sucumbieron financieramente. Dirigir grandes empresas no era sólo una cuestión de habilidad personal, como muchos empresarios pensaban. Estaban dadas las condiciones para el surgimiento de los grandes organizadores de la empresa moderna. Los capitanes de las grandes industrias - pioneros y empresarios - cedieron su lugar a los organizadores.
La era de la rivalidad y de la competencia, se acercaba debido a factores como:
l. la profundización y la dispersión del conocimiento. tecnológico, que propició la presencia de un creciente número de empresas y de países en los mercados mundiales;
2. el libre comercio;
3. la conversión de los mercados vendedores en mercados compradores;
4. el aumento de la capacidad de inversi6n de capital y la elevación de los niveles del punto de equilibrio;
5. la rapidez de los avances tecnológicos, que puede volver obsoleto un producto o reducir drásticamente sus costos de producción.
Todos estos complejos factores completaron las condiciones propicias que permitieron establecer bases científicas para mejorar la práctica empresarial y el surgimiento de la teoría administrativa
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